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Desilusionarse duele. Duele lo suficiente como para poder motivarte fuertemente a encontrar otra manera, mejor, de hacerlo.
Enojo, frustración, desanimo, resentimiento son algunas de las emociones que surgen cuando algo no esta a la altura de tus expectativas, sin embargo, tienes la opción de mejorarlas.
Si en la vida tenemos maestros, la desilusión es uno de ellos, maestro personalizado y eficaz. Las fuertes, dolorosas, deprimentes, frustrantes lecciones aprendidas en medio de una desilusión pueden seguir estando en ti por siempre. Una vez experimentada la desilusión, lo peor ya ha pasado. Y en ese espacio estás listo para transformarla en algo valioso. Ya pagaste el precio. Así que avanza y cosecha sus frutos.
En la desilusión también hay semillas de mejora, de un verdadero progreso. Nutre esas semillas con nuevas fortalezas y transforma cada desilusión en un aprendizaje valioso que perdure en el camino de tu vida.
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Lo viste, gracias