Si dejas que tu espíritu se llene de felicidad, no quedará espacio para la ansiedad.
Si llenas de amor tu corazón, no quedará lugar para el odio.
Llena tus acciones de propósitos reales y no habrá lugar para la duda o la inseguridad.
Llena tus instantes de bondad y no dejarás lugar para el resentimiento.
Llena a tus relaciones de amabilidad, de honestidad y no quedará espacio para la discordia.
Llena tus días de pasión y sentido, y no habrá espacio para el arrepentimiento.
Cuanto más llenes tu vida de cosas bellas, buenas, positivas, afectivas, sinceras, productivas, quedará menos espacio para las cosas que nadie desearía.