La vida es como un viaje: en tren está repleto de embarques y desembarques, en carro: te subes y te bajas, cualquiera que sea el medio, este viaje está salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros. Al nacer, nos subimos y nos encontramos con las personas que creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres.
Desafortunadamente, la verdad es otra, mi padre se bajó en una estación temprana, lo cual a mis hermanos y a mí, nos dejo huérfanos de su compañía, amor y alegría irremplazable.Gracias a Dios mi madre todavía nos acompaña con todo amor, fortaleza y vigor en la estación.
Están nuestros hermanos entrañables, quienes siempre estarán yendo y viniendo siempre listos para apoyar, ayudar y darnos su amor en todo momento.
De las personas que se suben en tu mismo tren, habrá los que lo hagan como un simple paseo, otros que encontrarán y dejaran solamente tristeza en el viaje, muchos al bajar, dejan una añoranza permanente; otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento.
Nuestro viaje por la vida se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos.
Hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor y lo que nos quiera dar.
No sabremos jamás en qué estación bajaremos, mucho menos donde bajarán nuestros compañeros. Creo Separarnos da tristeza, pero con la esperanza de que, en algún momento colabore para que su equipaje creciera y se hiciera valioso.
Hagamos con que nuestra estadía en esta vida, en este viaje que haya valido la pena. Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y bellos recuerdos a los que en el viaje permanezcan.