lunes, 8 de marzo de 2010

Una de las herramientas más mexicanas en la cocina es el molcajete: una simple piedra volcánica con forma de plato un tanto hondo y su mano de la misma piedra.

De hecho hay muchas comidas que salen mejor en el molcajete que en el procesador o licuadora: la más obvia son las salsas mexicanas… no hay comparación en la textura de un tomate asado y molcajeteado, que queda con trozos irregulares en la salsa, que con una salsa pareja y sin “tropiezos”.
Pero no sólo para hacer salsas se puede utilizar: es un excelente instrumento para moler las especias, desde el clavo (que es muy difícil moler unos cuantos en un procesador de alimentos), como la pimienta gorda, comino, etc. De hecho se puede usar para moler todas éstas, agregarle un chorro de aceite de oliva y así tener una marinada para la carne.

Otro ingrediente que es muy amigo del molcajete es el ajo, se muele de maravilla junto con un punto de sal (la sal ayuda a moler más rápida y fácilmente), así ya se puede agregar a las salsas, aderezos o a la comida, mucho más fácil molerlo que picarlo finamente.
Pero no sólo para moler sirve, también se utiliza como recipiente para contener platillos, los famosos molcajetes que llegan hirviendo a la mesa con sus gustosos rellenos: desde carne, pasando por el queso, frijoles, salsas, etc.

Curar un molcajete es tarea ardua pero vale la pena: se pone un puñado de arroz y se empieza a moler, ya que está bien molido (y negro por la tierra del molcajete) se desecha, se lava el molcajete y se repite la operación hasta que el arroz salga limpio.


Para limpiar un molcajete es necesario tener a mano una escobetilla de cerdas firmes para que entre en todos los agujeritos de la superficie de la piedra.

Foto: kitchencontraptions.com

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